Hoy viaje de La Serena a Valparaíso, la verdad me dejan un poco cansado estos viajes... cuando llegué al terminal me di cuenta que no tenía mucho dinero, así que en vez de tomar un taxi (que es lo que comúnmente hago cuando llegó) decidí tomar una micro. Iba con la maleta y la mochila del notebook, estaba chato. La micro a la cual me subí estaba relativamente llena, logré llegar hasta el final de esta y milagrosamente había un asiento vacío, todo feliz me senté, pero un viejito se subió y llegó hasta donde estaba yo. Por lo general me da rabia darle el asiento a los viejitos, suena super cruel, pero que le voy a hacer, de mala gana me levanté (sabiendo que era mi deber) y le dije: "Siéntese caballero :)" pero el me contestó: "No joven, siéntese usted no más". Fue extraño, casi siempre la gente se pelea los asientos, así que pensé que se bajaría pronto por eso quería estar de pie. Para mi sorpresa no se bajo, incluso yo me bajé antes que él, me fije que estaba sonriendo. El señor aparentaba unos 60 años, me dejó pensando, a su edad, él se sentía mucho más joven que yo.
Lo que les acabó de contar no es una gran historia, es solo una pequeña anécdota de la vida que me hace dar cuenta que siempre lo más importante es la forma en que vemos el mundo, poco importa si somos chicos, altos, flacos, gordos, jovenes o viejos. Este caballero lo tenia bien claro, él veía el vaso medio lleno en vez de medio vació.
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